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Vaivén del Acta de Independencia del Imperio Mexicano.

por Rosamary Porrúa

n su Historia de México, Lucas Alamán nos dice que se hicieron dos ejemplares originales del Acta.  La firma de O ́Donoju no se encuentra en el documento porque se enfermó poco después de que se redactó el acta y no tuvo tiempo para firmar, aunque por haber asistido dice: “Lugar de la firma de O ́Donoju”. (Existen algunos falsos ejemplares de la época que traen la firma de O´Donoju y otras que traen una rotura en el espacio de la firma).

Uno de los dos ejemplares originales, se quemó en el incendio de la Cámara de Diputados en 1909 y el otro fue vendido en 1830 “a un extranjero por un empleado infiel”. El documento se suponía que había salido de México. Alamán hizo lo imposible para recuperarlo, pero su esfuerzo fue inútil.

También existe la suposición de que en 1830, Fernando VII obtuvo una de las  Actas de Independencia a través de su secretario particular,  y la mantuvo oculta en la parte posterior de un retrato suyo, con la intención de usarla en el futuro a su conveniencia para recobrar los territorios de la Nueva España.

Lo único de todo esto que se puede comprobar es que uno de los originales perteneció a Maximiliano de Habsburgo, ya que cuando llegó a México,  dicha Acta se encontraba en su Biblioteca, lo cual explica la presencia de su exlibris en el reverso del documento. Cabe preguntar, ¿en dónde y por quién lo recibió? ¿En Europa o en México? Lo cierto es que después de la muerte de Maximiliano el Acta vuelve a desaparecer. Se cree que fue el Padre Fisher quién la saca nuevamente del país.

El conocer todas las respuestas anteriores vendría a integrar la verdadera historia del documento, pero desgraciadamente lo único que se sabe hasta aquí con certeza es que perteneció a Maximiliano de Habsburgo.

Años después, Don Joaquín García Icazbalceta, da con el paradero del Acta en el extranjero, y se la compra al anticuario español Don Gabriel Sánchez. Don Joaquín la conservó hasta su muerte, heredándosela a su nieto Luis García Pimentel, quién se la vende a Don Florencio Gavito, quién a su vez, le pide a su esposa Doña Mercedes Jáuregui que a su muerte se la entregara al presidente de la República, y fue así como ella se la dio al entonces presidente Adolfo López Mateos.

La Secretaría de la Presidencia,  para asegurarse de la autenticidad de la misma, encargó se realizaran algunos estudios, para lo cual el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), recurrió a los expertos Guadalupe Pérez San Vicente y Ernesto Lemoine Villicaña.   Los peritajes de ambos  resultaron positivos.

Actualmente ese original del  Acta de Independencia del Imperio Mexicano firmada el 28 de septiembre de 1821, se encuentra bajo resguardo en la bóveda del Archivo General de la Nación (AGN).

Conoce el Facsímile del Acta de Independencia

Rosamary Porrúa es directora de Grupo Editorial Rosa Ma Porrúa desde 1997. Cuenta con más de 30 años de experiencia en el ramo editorial.