por Jorge A González
MÉXICO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS, es una obra editorial monumental del siglo XIX. El proyecto tomó varios años, muchas negociaciones y una coordinación perfecta entre los editores, los autores, los impresores, e incluso los clientes iniciales.
Se trata de un proyecto editorial de gran alcance: en 1882, la editorial barcelonesa Espasa y C.ía y su corresponsal en México, el librero-editor J. Ballescá y C.ía, deciden editar conjuntamente una obra titulada México a través de los siglos.
El convenio describía las características de edición y la forma de comercialización de la obra, destacando:
– Define las características del papel y de los tipos de imprenta – idénticos a los de otra publicación de Espasa y C.ía, El Mundo Ilustrado – así como de las ilustraciones que irán intercaladas en el texto – a imitación de otra obra editada por Espasa y C.ía, Los dioses de Grecia y Roma.
– A Espasa le correspondía la propiedad de la obra y J.Ballescá y C.ía. recibirá 5.000 ejemplares para México y Estados Unidos donde obtiene el derecho exclusivo; también se prevé la venta fraccionada bajo forma de cuadernos acompañada con la repartición de una lámina suelta (alternativamente en blanco y negro y en cromolitografía) cada dos repartos.
– La obra constaría de cinco o seis tomos de 25 cuadernos cada uno y, para evitar el pago de derechos arancelarios previstos para las obras de lujo destinadas a México, allí se realizará la encuadernación a partir de planchas facilitadas por Espasa y C.ía.
– J.Ballescá y C.ía mandaría el texto y el material gráfico: pinturas, fotografías, vistas, diseños, que Espasa y C.ía transformará en grabados, láminas y cromos gracias a « artistas de reputación ».
– Para mantener constancia en el trabajo de impresión, se le pide a J. Ballescá y C.ía que mande suficiente material para poder imprimir 16 pliegos de 8 páginas cada mes. Por su parte, Espasa y C.ía se compromete a publicar un cuaderno semanal acompañado del material publicitario destinado a México y que aparece también perfectamente detallado : 1.500 carteles de buen tamaño, bien impresos y llevando algún escudo, vista, etc., 10.000 prospectos sueltos con grabados intercalados, 20.000 anuncios de una sola hoja, 150 álbums de lujo con su correspondiente carpeta conteniendo (5 cromos, 3 láminas en negro, 24 páginas de texto, prospecto y suficientes páginas para firmas de suscriptores), 150 cromos.
Estamos hablando de un convenio entre verdaderos editores, que toman en cuenta todos los elementos materiales (clase de papel, tipo de letra, formato), intelectuales (autores mexicanos), y comerciales (publicidad, distribución) de una edición.
Cabe resaltar que la protección arancelaria decidida durante el Porfiriato encarece el precio del papel y hace más barato importar libros de lujo, a menudo ilustrados, impresos en Europa. Por otra parte, las imprentas de México no parecen ofrecer la misma calidad técnica que los talleres europeos, en particular cuando se trata de ediciones ilustradas que requieren un material específico. Esto explica en parte el que Ballescá halla puesto los ojos en editar en España.
Para la redacción del texto, J. Ballescá y C.ía confía la dirección editorial de la obra a una gran figura de las letras y de la política mexicanas de ese momento, Vicente Riva Palacio (1832-1896). Como abogado, apoya a Juárez y lucha contra la intervención francesa, ocupando en 1865 el puesto de comandante general del Ejército del Centro. Acabada la guerra, es nombrado presidente del Tribunal Supremo de Justicia y, en 1876, se le confía la cartera de Fomento. Combina sus actividades políticas con la publicación de numerosos artículos y novelas, así como la del tomo segundo de la obra que nos interesa : El Vireinato, Historia de la dominación española en México desde 1521 a 1808.
Los literatos » redactores de los otros volúmenes gozan también de buena reputación :
Alfredo Chavero (1841-1906), redactor del tomo I – Historia antigua y de la conquista – también abogado y diputado, así como miembro corresponsal de la Real Academia Española.
Julio Zárate (1844-?), redactor del tomo III –La Guerra de Independencia – es profesor de Historia Universal en la Escuela Normal Nacional, diputado y presidente de la Cámara, después magistrado del Tribunal Supremo de Justicia.
Enrique Olavarría y Ferrari, redactor del tomo IV –México independiente 1821-1855.
José Ma Vigil (1829-1909), redactor del tomo V – La Reforma – es periodistas y diputado después de la Guerra de Intervención. Igualmente es magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, dirigiendo al final la Biblioteca Nacional.
Juan de Dios Arias (1828- ?), aparece en la lista sin ser el autor de ninguno de los cinco tomos, pero también es un periodista reconocido, varias veces diputado, y ocupa varios cargos en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Así, empiezan a prepararse los primeros cuadernos y un nuevo convenio clarifica las relaciones entre los dos editores de cara al mercado norteamericano. La editorial J. Ballescá y C.ía debe inscribir la obra en el Registro de la Propiedad Intelectual de México para proteger los intereses de Espasa y C.ía ; ésta cede la propiedad de la edición (no de la obra) en las Repúblicas de México y Estados Unidos. Además, cada cuaderno llevará en su cubierta la advertencia siguiente : « Esta obra editada en Barcelona mediante la intervención de las casas J. Ballescá y C.ía y Espasa y C.ía es propiedad exclusiva en la República Mexicana de los citados señores J. Ballescá y C.ía según convenio de 17 de octubre de 1882 y 26 de noviembre de 1883. Será considerado clandestino todo cuaderno que no lleve esta constancia con el sello de los editores ».
El texto de la obra se presenta en dos columnas ; cada página lleva una ilustración en el centro y además aparecen láminas en blanco y negro y cromolitografías. El esmero en la realización se nota en particular en las viñetas de primera página (firmadas por R. Cantó o F. Fuste) que combinan a menudo la primera letra con la ilustración del tema de cada tomo.
La edición se sigue desarrollando normalmente hasta que en 1889 se imprimen los últimos cuadernos; de ahí en adelante la obra se vende en forma de volúmenes.
Este modelo de coedición se va a repetir en los años siguientes para dos obras famosísimas de José Joaquín Fernández de Lizardi, publicadas bajo el seudónimo de « El Pensador Mexicano »:
La primera, El Periquillo Sarniento, descrita como : Edición de lujo adornada con láminas cromolitografiadas y enriquecidas sus páginas con numerosos grabados. Dibujos de D. Antonio Utrillo. México. J. Ballescá y C.ía, Sucesor. Esta obra se acabó de imprimir en Barcelona, en el Establecimiento Tipo- Litográfico de Espasa y C.ía, en octubre de 1897.
La segunda obra, La educación de las mujeres o La Quijotita y su prima, beneficia de la misma presentación; sólo cambia el nombre del establecimiento barcelonés – tras la separación entre José Espasa y Manuel Salvat- : « Este libro se acabó de imprimir en Barcelona en el Establecimiento Tipográfico de José Espasa en junio de 1898». Efectivamente, en Barcelona, la editorial Espasa y C.ía se disuelve el 31 de diciembre de 1897; México a través de los siglos forma parte de la propiedad intelectual de obras que le corresponden a Manuel Salvat y, a partir de entonces, figura en los catálogos de la editorial Salvat que inicia su trayectoria el 3 de enero de 1898.
Para estas tres obras, parecen ser los requisitos técnicos de reproducción de las ilustraciones en color los que aconsejan este tipo de coedición en la que son las imprentas de Barcelona las que se encargan de la impresión.
Empezando el siglo XX, Santiago Ballescá habla con Manuel Salvat de la posibilidad de realizar conjuntamente una edición económica, pero Salvat fallece en 1901, y poco a poco los Ballescá pierden el vínculo de confianza con las editoriales de Barcelona, hasta que deciden lanzar solos al mercado una edición económica de México a través de los siglos, en tomos tamaño 8vo, sin preocuparse por la propiedad intelectual de la obra, lo cual, con los años, desata inconformidades y crea un conflicto comercial.
La editorial Salvat y C.ía decide mandar a un representante, Ramón Burcet y Malvasia, para que trate de resolver el conflicto comercial. Ambas partes firman un convenio privado en 1916 que detalla el pago escalonado de la deuda : J. Ballescá y C.ía mandará a Barcelona los 24.330 cuadernos que le quedan de México a través de los siglos, cuyo importe equivale entonces a 14.598 pesetas; le entrega aBurcet un giro de 1.000 pesetas; mandará tres giros de 2.652 pesetas a los 6, 12 y 18 meses.
El hecho de devolver los cuadernos de la obra inicial, así como la posibilidad de pagar la mitad de los tres últimos giros en mercancías de la casa Salvat y C.ía, parecen indicar que los sucesores de J. Ballescá y C.ía encuentran dificultades económicas para cumplir con sus obligaciones. En realidad, sólo han entregado 1.000 pesetas y no pueden o no quieren respetar las demás cláusulas ; entonces Burcet vuelve a México el año siguiente para firmar un nuevo acuerdoen el que se considera la nueva edición mexicana de la obra. Según este contrato, los sucesores de J. Ballescá y C.ía continuarán publicando durante seis años la nueva edición pero no podrán ceder los derechos a otra editorial y autorizan Salvat y C.ía a vender en México la « edición monumental ». Además Salvat y C.ía. adquiere las existencias de esta edición que J. Ballescá y C.ía tenía en Barcelona a cargo de Camilo Vidal. A cambio de todo esto, el saldo de la cuenta se reduce a 6.000 pesetas ; los sucesores de J. Ballescá y C.ía entregan nuevamente 1.000 pesetas a Burcet y prometen mandar obras de Salvat y C.ía por valor de 5.000 pesetas. Como en el caso anterior este último punto no se cumple.
Entonces es uno de los dirigentes de la editorial, Fernando Salvat, quien viaja a México en 1917. Quiere evitar un pleito y, ayudado por Raoul Mille, buen conocedor del ramo de la librería en México por ser el gerente de la Casa Bouret, trata de redactar otro contratopero la táctica de los sucesores de J. Ballescá y C.ía es dar largas al asunto y tiene que regresar a Barcelona sin haber resuelto el problema, que a partir de entonces queda en manos del abogado E. Martínez Sobral. Los obstáculos en la transmisión del correo debidos a la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias, retrasan la conclusión del caso ; José Ballescá y Palacios no se presenta ante el Tribunal para reconocer su firma en el contrato del 24 de julio de 1917 que, de esta manera, queda reconocido ante notario el 23 de julio de 1921. La reacción de Fernando Salvat es inmediata : « Doy orden a mis corresponsales para que pongan a la venta la obra México a través de los siglos en toda la República Mexicana » .
Finalmente, la tercera generación de Ballescá ya no acepta los vínculos con España y busca la autonomía editorial aprovechándose de la impunidad que ofrece durante mucho tiempo la ausencia de mecanismos eficaces de protección de la propiedad intelectual. En este conflicto, el Estado español peca por su ausencia y es una empresa privada, la editorial Salvat y C.ía, la que tiene que defender el derecho frente a un rival que, si bien parece sobre todo tratar de sobrevivir frente a dificultades económicas evidentes, se inserta en una corriente que defiende el plagio para los países emergentes como medio de ayudar a la creación de un ramo editorial nacional.
El precio elevado de la obra México a través de los siglos en edición de lujo, con una difusión lenta, parece ser el motivo esencial por el cual los sucesores de J. Ballescá y C.ía se orientan hacia una nueva edición económica sin tomar en cuenta los problemas de propiedad intelectual. La autonomía, obtenida transgrediendo el derecho, pasa por un cambio de estrategia editorial : de la edición de lujo a la edición barata destinada a ampliar el público lector. Sería hasta los años 1928-29 que los responsables españoles afirmen que la única solución contra las ediciones clandestinas reside en el abaratamiento del libro.
El caso de México a través de los siglos señala también una diferencia fundamental en el enfoque del mercado de la librería. Cuando la creación de la obra, Salvat y C.ía así como J. Ballescá y C.ía trabajan según la ley de la oferta, proponiendo un producto editorial nuevo y asumiendo los riesgos de un posible rechazo por parte del público lector. Los sucesores de J. Ballescá actúan ateniéndose a la ley de la demanda, copiando un libro cuya aceptación ya está comprobada, en una edición barata ; manifestando así una evidente cualidad de adaptación al mercado pero sin fomentar ninguna creación cultural original.
En 1882, cuando el presidente Manuel González encarga a Riva Palacio la creación de la obra, eran populares las dos obras conservadoras de historia de México: La Historia de Méjico de Niceto de Zamacois en veinte volúmenes (1876) y Estudios sobre la historia general de México, en seis volúmenes, de Ignacio Álvarez, que abarcaba hasta el fusilamiento de Maximilano.
Así, México a través de los siglos se convirtió en “la nueva verdad histórica” de los liberales en el poder. Se dejó de lado el punto de vista de los conservadores, así como monárquicos de la época de la guerra de la independencia o los liberales centralistas de las décadas de 1820 y 1830.
El hecho de que la obra no abordó los gobiernos posteriores al de Benito Juárez (en especial los de Porfirio Díaz), permitió que fuera bien vista por los revolucionarios que triunfaron en la década de 1910. Eso permitió que la obra se siguiera reimprimiendo, a veces en más volúmenes e incluso en una versión resumida, durante todo el siglo XX.
Hoy, a más de 130 años de la primera edición,México a través de los siglos, obra controvertida, sigue siendo un baluarte de nuestra historiografía, con un gran valor documental.
Jorge A González Báez, es director de la división de Libros Antiguos en Grupo Editorial Rosa Ma Porrúa desde 2010. Ha tomado cursos y seminarios especializados en libro antiguo tanto en México como en el extranjero.
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